CAPÍTULO XVI- CÓMO AFECTÓ LA DESAMORTIZACIÓN A SANTA CRISTINA:

La desamortización: cómo afectó a Santa Cristina. (Art. De R. Salillas carp. 33-A)

Cuando hablamos de Desamortización, enseguida nos viene a la cabeza el nombre de Mendizábal. Es lógico que así sea, pues fue él quien, como ministro de la Regenta, firmó los primeros decretos de desamortización en 1.836. Pero seriamos injustos al no reconocer a otros personajes del siglo anterior (XVIII) la iniciativa de esta magna operación.

Los problemas estructurales de la economía borbónica en España, no nacen con su llegada, pero se acrecientan, debido, entre otras muchas cosas, al aumento desmesurado de la población y, ante todo y, sobre todo, a la nula distribución de la riqueza. Mientras que la nobleza y la iglesia poseían más del 80% de la riqueza nacional, el 84% de la población que vive adscrita a los trabajos del campo-según el catastro del Marqués de la Ensenada- viven en la pura miseria.

Para mayor abundamiento, estas clases privilegiadas (nobleza e iglesia) tenían el privilegio-valga la redundancia- de estar exentas del pago de tributos. ¿Pues, quienes pagaban los tributos reales y señoriales? Pagaban los pequeños comerciantes, los artesanos y los campesinos (pecheros).

Un ejemplo: durante mucho tiempo las Archidiócesis de Toledo y Sevilla      recaudaban cada una más fondos-vía diezmos y rentas- que la propia Monarquía. Esto lo he repetido alguna vez más, pero creo que sin conocer este dato importantísimo es imposible entender la historia de España. Por eso es bueno recordarlo con alguna frecuencia.

España era un polvorín con algaradas diarias por doquier; Andalucía, Galicia, Levante, Castilla, etc, etc. Las ciudades se llenan de pobres hambrientos procedentes del campo, con la única esperanza de sobrevivir a base de la sopa boba, que algunos conventos distribuyen entre las masas hambrientas. Murcia, Albacete y parte de Andalucía ven nacer el bandolerismo (individuos hambrientos que optaron por el robo y saqueo como solución a sus problemas de subsistencia).

Este estado de cosas no podía pasar desapercibido por los hombres de la Ilustración, como tampoco lo fue para el Rey Carlos III cuando accede al Trono en 1.759. Uno y otros intentan poner remedio a esta situación desde la racionalidad, fue imposible. La gobernabilidad de España se está convirtiendo en un desaguisado que amenaza a la estabilidad de la metrópoli y por ende a la de todo el Imperio.

La medida más urgente era dar de comer a la ingente masa de hambrientos; se tomaron medidas sobre pósitos, precio del pan, beneficencia… Se crearon en Madrid varias casas de inclusa amparadas por la más alta sociedad femenina, en la que participó Dª Josefa Pimentel junto a su amiga la Condesa de Montijo… Pan de hoy y hambre de mañana. Pero el espíritu de la época prevalecía.

Jovellanos, en su informe sobre la reforma agraria, mandado personalmente por Carlos III, infiere la necesidad de realizar una DESAMORTIZACION que elimine las tierras de las manos muertas (entidades eclesiásticas) y se las entregue a los campesinos con títulos de propiedad.

Aquí empezó la Desamortización, y a partir de aquí, también empezó la guerra de la nobleza y la iglesia, con el Papa a la cabeza, contra los Ilustrados; muchos de ellos acabaron siendo procesados por el Tribunal del Santo Oficio, (Inquisición), algunos en presidios y otros exiliados.

¡Prefiero no hacer comentario a esto último…!  qué pena!

No obstante, aunque a título experimental, las primeras desamortizaciones se realizaron, reinando ya Carlos IV, en Badajoz y Sevilla. El experimento fue optimo (hay que reconocer que aquí Godoy, aunque solo fuera por una vez, estuvo fino), pero las circunstancias no permitieron continuar, a pesar de que ya el Rey y el Papa habían llegado a un acuerdo sobre las indemnizaciones a la Iglesia.

La gran reforma agraria que los hombres españoles del siglo de las luces habían previsto como absolutamente indispensable, quedó aplazada para siempre jamás….

Nada podía ser igual a partir de ahora. El antiguo régimen absolutista de Carlos IV hace aguas por todas partes; guerra con Francia, con Inglaterra, con Portugal, y al final motín de Aranjuez y chanchullo de Bayona, con alzamiento general en toda España contra la ocupación francesa y la usurpación de la corona. Todo esto ya es manido; y manido es la sangrienta y salvaje represión con que el “Deseado” premió a muchos de los que le habían ayudado a reconquistar su trono. La anulación de la Pepa, a la que había jurado respeto y defensa; el pago a los franceses para que derrocaran al gobierno liberal, siguiendo con la represión, etc. etc. Y al final, para cagarlo todo, abolió la Ley Sálica (ley promulgada por su antecesor Felipe V que impedía el gobernar a las mujeres) e impuso a su hija Isabel (con tres años) como reina, en contra de los derechos legítimos de su hermano D. Carlos. Tres guerras civiles le costaron a España este “Deseado” que marchó al otro mundo haciendo lo único que sabía hacer: DAÑO.

Pero como los males nunca vienen solos, nuestras colonias de ultramar, aprovechando la coyuntura política en España, iniciaron su emancipación, no sin antes mantener los enfrentamientos armados consiguientes. En 1.837, la Regenta Dª Maria Cristina (Viuda de Fernando VII) declaró al Estado Español en suspensión de pagos. Los empréstitos con bancos extranjeros y la deuda pública, ahogaron la economía española, que ya no disfrutaba de los fluidos y ricos cargamentos americanos.

Con todo este descalabro, ¿Qué podía hacer Mendizábal?, tiró por la calle del medio y pechó con una desamortización sobre los bienes de la iglesia, que no fue justa en algunos casos, pero sí podemos decir que cumplió, en cierta medida, con los fines previstos. Fines, que desgraciadamente en aquel momento, eran justos y necesarios.

Los gobernantes, de esta nueva era, quizá por premura, quizá por necesidad, no tuvieron en cuenta el daño que se causó al patrimonio Nacional.

  1. Pascual Madoz, inicia en 1.855 otra carrera contra los bienes de propios, concejiles y comunales de los Ayuntamientos. No cabe la menor duda que ambas desamortizaciones tuvieron la finalidad de hacer caja. De esta manera, muchas de las tierras subastadas en el Sur, fueron a parar a manos de latifundistas andaluces y extremeños, y en el Norte, las tomaron, o, mejor dicho, se aprovecharon los burgueses adinerados o la nobleza. Esto pasó aquí en Santa Cristina.

 Como acabo de explicar, en esta provincia nuestra, su destino se consagró, especialmente, en manos de la burguesía adinerada. Gentes provenientes de Zamora, Toro y Benavente, coparon las subastas públicas; subastas que no fueron limpias, siempre a favor de los particulares. En claro detrimento de los aparceros (pecheros) que llevaban trabajando las fincas en aparcería o renta desde la edad media.

A Santa Cristina, en principio, le requisaron todos los bienes excepto el propio Ayuntamiento o Casa Consistorial. En 1.867 era alcalde D. Vicente Guerra y fiel de fhechos D. Benito Carrera, ambos hicieron todo lo humanamente posible para que el patrimonio del Pueblo no fuera desamortizado.

En primer lugar, presentaron un recurso para liberar todos los pastos de las Huergas, Prado de Cruces, Cárcavos y el Pico. En una palabra, todos los bienes comunales que hoy posee el Pueblo fueron incluidos en las actas de desamortización y, consecuentemente, recurridos por el Ayuntamiento. Todas estas fincas fueron salvadas excepto el Prado de Cruces (esta era una franja de terreno que iba desde la manga de los Fidalgo hasta los Tamarales del Sr. Conde, estos en término de Velilla). Para que nos entendamos mejor; iba desde la manga de la Tinaja hasta el caño del Jardín (de O. a E.), y desde la manga de los Fidalgos a los Tamarales (de N. a S.)

Es cierto que D. Vicente Guerra y D. Benito Carrera hicieron todo lo humanamente posible para que la Junta respetara los bienes de este Pueblo, pero no es menos cierto, que las siguientes corporaciones se durmieron en los laureles, en el mejor de los casos, y en vez de continuar en la lucha por la defensa de los intereses comunes, se dedicaron a manipular los hechos e intentar arruinar a D. Vicente Guerra y Benito Carrera.

Siento mucho no poderles ofrecer todos los argumentos que empleó el Ayuntamiento para conseguir, a mi juicio, un resultado altamente positivo.

El prado de Cruces que fue subastado a su iniciativa, lo adquirió la familia Jalón de Benavente.

No pude tomar nota de los recursos que el Ayuntamiento planteó ante la Junta Provincial. Pero sí recuerdo que están basados en la supervivencia del Pueblo.

 El resultado lo he calificado de altamente positivo comparativamente con el de otros pueblos de la comarca; no obstante, nunca sabremos que era mejor y que era peor para el Pueblo, una vez que la Junta Provincial puso a Santa Cristina en el punto de mira. Lo cierto fue que todas las fincas de arrotos, las de propios del Ayuntamiento y el prado de Cruces, fueron subastadas por el estado a través de la junta provincial. Santa Cristina perdió para siempre este enorme patrimonio.

Dio la sensación de que el patrimonio municipal lo dividieron en dos partes:  en la una (la derecha aguas abajo del rio, el fisco se lo llevó casi todo), a la izquierda (pastos comunales), se quedó en beneficio del Pueblo.   Esto, en el supuesto de que optaran por una de las dos cosas: el labrantío de los Arrotos y fincas comunales- como así lo hicieron-, o pastos comunales, excepto prado cruces, que los entregaron en propiedad al Pueblo.

  1. Felipe Jalón, que fue el adjudicatario en la subasta del prado Cruces, era el representante plenipotenciario del Duque de Osuna en el Señorío de Benavente. El precio que pagó fueron 100.000.- Pts. (CIEN MIL PESETAS DE LAS DE ENTONCES), de esta venta, unos años después, el Ayuntamiento de Santa Cristina recibió 3.500 pesetas en concepto del 4% del valor de la Subasta. El Ayuntamiento de Benavente recibió 500 pesetas. Esto demuestra que la mayor parte del Prado de Cruces pertenecía al término de Santa Cristina.

Adelanto que, con esas 3.500 pesetas, la corporación planificó y construyó el Ayuntamiento nuevo, dos escuelas de primera enseñanza y una casa para los maestros, junto al pozo que llevaba su nombre: “Pozo Concejo”. Este caserón fue derruido, creo recordar, el año 1.992 para edificar la Casa de la Cultura actual.

Pocos en Benavente y comarca, en aquella época, podían presumir de 100.000.-Pts., como lo hizo D. Felipe Jalón.

Pero, sin duda alguna, la mayor pérdida para el Pueblo fueron los Arrotos.

De estas fincas LLAMADAS Arrotos de Santa Cristina, sabrán si leen el Cap. anterior.

Ya he venido advirtiendo que a partir de los años 1.850 se notaba en el pueblo cierta rotura en la convivencia. Había cierta clase de beneficiados, dentro de la precariedad económica que asolaba a casi todos, que eran los disfrutários de las fincas del común (Comuniego), y muy especialmente de los Arrotos. Los arrendatarios del Comuniego pagaban una renta muy “arreglada” al Ayuntamiento, pero los que traían las fincas de Arrotos no pagaban por el arriendo absolutamente nada. La renta del Foro, (que es lo que se pagaba anualmente al Duque), la pagaban en función del ganado que aprovechaba los pastos comunes de las huergas y cárcavos- disfrutaran de Arrotos o no- pagaban igual. Ya expliqué esta situación en el cap. de Arrotos.

Hubo muchas intervenciones antes de la Desamortización para anular este tipo de privilegios, fue, precisamente, la propia Desamortización la que, finalmente, puso a todos los labradores del Pueblo en el platillo de los perdedores. Las fincas del Comuniego y las de Arrotos fueron decomisadas y subastadas, sin que nadie del Pueblo pudiera participar en las mismas (subastas). Ya he indicado en otro apartado quienes fueron los afortunados de aquel desastre del Pueblo. Pero lo que es discutible ahora, desde la perspectiva del tiempo, es si hubiera sido mejor que la Junta Provincial hubiera decomisado y subastado los prados, que hoy son bienes comunales, dejando las fincas de arrotos y bienes de propios a la entera propiedad del Pueblo. Nunca se sabrá, porque no se puede saber, pero lo que es perfectamente reconocible es que al Pueblo no le ha ido mal con lo que nos dejaron.

 En el supuesto de que la Junta Provincial hubiera determinado subastar una parte u otra (lo justo era ninguna), yo, que conocí el auge de las parcelas allá por los años de 1.950, opino que nos quedaron con la mejor parte.

Los jóvenes de hoy no se pueden imaginar lo que suponía en aquella época el producto de las parcelas para las familias humildes.

Las parcelas del prado, cárcavos y pico, creo que se adjudicaron a todos los vecinos del Pueblo en el año 1.917. Era alcalde D. Leonardo Alonso, y la tensión mantenida desde muchos años atrás (concretamente desde 1.873) entre los vecinos humildes y los ganaderos, se rompió hacia el lado de los humildes. Legalmente los ganaderos tenían razón; en la resolución de la Junta Provincial, por la que quedaron exentos en la desamortización esos terrenos, que se les consideró “Pastos”, por consiguiente, el Ayuntamiento no podía cambiar la calificación para entregarlos a otros vecinos que no fueran los ganaderos.

Hasta aquí la Ley; pero las circunstancias del Pueblo, con algaradas peligrosas y un número importante de padres de familia procesados por alborotos públicos, así como una hambruna que se cernía para gran parte de la población, hicieron posible que las autoridades provinciales flexibilizaran su posición inicial y autorizaran que parte de las Huergas (prado, cárcavos y pico) mediante partijas (parcelas) se distribuyeran para todos los vecinos del Pueblo sin ningún tipo de discriminación, dejando otra parte para que siguieran disfrutando los ganaderos. De la carretera a la derecha en dirección Benavente, pastos, y a la izquierda parcelas. Aunque de Jure era imposible, de facto se llegó a un acuerdo.

Esta distribución funcionó durante muchos años, ahora las circunstancias son otras y el prado, el cárcavo y el pico, o están arrendadas como fincas concentradas, o el Ayuntamiento tiene plantados chopos. Para el otro lado de la carretera, que se había dedicado a pastos-según el acuerdo-, ahora solo chopos.

Me queda explicar las parcelas del camino Milles. Estas eran restos de una antigua cañada que, con toda seguridad, el Ayuntamiento optó por repartir como complemento a la distribución de las resultantes de los antiguos pastos.

Lo más cierto de todo, y al mismo tiempo lo más satisfactorio, fue que las parcelas mataron muchísima hambre entre la gente más humilde de este Pueblo. Nunca sería este Pueblo lo que es, si no hubieran existido parcelas.

Aunque las circunstancias han hecho morir a las parcelas¡!Vivan las Parcelas!

  La desamortización de bienes municipales llevada a cabo por Madoz, como ya indiqué anteriormente, fue precedida por la de Mendizábal sobre los bienes eclesiásticos. Al Estado le resultó mucho más complicada la de los bienes de la Iglesia que la de los Ayuntamientos o Concejos. Aquí también cabría la frase… ¡con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho!

    BREVE COMENTARIO SOBRE LA ULTIMA DE LAS DESAMORTIZACIONES.

    Es imposible hacer una evaluación de los daños ocasionados por la última de las desamortizaciones en esta comarca, pero como muy bien dice D. Santiago Rodriguez de la Vega, la base de la economía de la comarca estaba en los montes. Montes que eran por DERECHO y por HISTORIA propiedad de los habitantes de los pueblos. No era solo la leña para el fuego, el horno y el cisco; era también la caza, que fue básica en la alimentación de muchísimas familias. Por no haber, no había ni carnicerías en muchos Pueblos; nadie tenía un cuarto para gastárselo en ellas. También los montes comunales mantenían algunos animales domésticos, como las cabras y ovejas, que ayudaban y mucho en el mantenimiento de la economía familiar. Todo fue al carajo con la desamortización.

Es bien cierto que la Desamortización, en parte, fue un rotundo fracaso; que los montes y las tierras subastadas pasaron a manos particulares con pujas fraudulentas; y que estas manos jamás habían sentido la necesidad de ser utilizadas para el sustento de sus familias. A los nuevos dueños les sobró manos, dinero e información, al contrario que a los trabajadores de la tierra.

¿Para qué sirvieron realmente las desamortizaciones? Sinceramente, mi opinión es que para muy poco. Si las arcas reales estaban vacías, vacías se quedaron. Eso sí, los beneficios de muchos licitadores sin escrúpulos, quedaron a rebosar para muchas generaciones.

            Fue peor el remedio que la enfermedad.

Rafael Salillas, el más preciado de nuestros especialistas en sistemas penitenciarios, escribió en el Imparcial de Madrid, el día 18 de mayo de 1.891, un artículo que tituló: “Corrientes de Inducción”, y que paso a mostrárselo.

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Si han leído el artículo, les pido, por favor, que traten de encontrar similitudes con la actualidad; ¡No hemos avanzado casi nada!     

Autor de la desamortización 1.935
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Autor desamortización 1.855 Autor desamortización 1.855
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